
Yajaira Mc Elfresh /Periodista-Docente-Investigadora Universitaria.
El poeta Gaspar Octavio Hernández, sus obras se encuentran dentro de las características modernistas, importante es su participación en la literatura panameña de la época.
Se basan mucho en la identidad, familia, lenguaje e identidad, pues su lírica, expresada a través de la poesía, era autentica, aunque su carrera fue breve como poeta y periodista, nos ha dejado un gran legado a todos los que utilizamos la pluma, como herramienta para la libertad de expresión.
De acuerdo con la biografía de la doctora en Derecho, Concepción Peña Pastor, la vida de Gaspar Octavio Hernández, inicia un 4 de julio de 1893 con el nombre de Octavio Augusto Hernández. Fue el primogénito de su padre, Federico Hernández, y el tercer hijo de su madre, Manuela Solanilla. Tuvo dos medios hermanos mayores, Esmeralda y Pablo, y dos hermanos menores, Adolfo y Dimas Eugenio.
El 27 de mayo de 1897, fue bautizado en la Iglesia de Santa Ana. Cuando era todavía muy joven, su familia sufrió cambios prósperos y no tan prósperos. Poco después que nació el último hijo, la familia se mudó de la casa que tenían en la calle Chancleta a una casa en la calle B, y después de esa mudanza, el padre ya no vivía con la familia. Aunque las circunstancias son desconocidas, Federico abandona a la familia. Manuela se convierte en madre soltera y se dedicó a vender frutas en la calle, para apoyar a su familia hasta que pudo ahorrar suficiente dinero para abrir su propia cantina llamada, “La tacita de oro”.
Con la ayuda de su padrino, Octavio Augusto empieza a asistir a la escuela de Santa Ana cuando tenía siete años. La familia disfrutó de una prosperidad relativamente buena por una temporada, pero cuando el joven Octavio Augusto tenía once años, falleció su madre.
Su hermana Esmeralda se convierte en la cabeza de la familia, y para aliviar la carga de cuidar a sus tres hermanos, decidió enviar al hermano menor, Dimas Eugenio, a vivir con una tía. Esmeralda luchaba por mantener y manejar la cantina y los otros hermanos de Octavio vendieron periódicos para apoyar a la familia. Debido a la muerte de su madre y el estado económico muy precario de la familia, Octavio tuvo que dejar sus estudios. En 1904, Octavio empieza a trabajar como aseador en la oficina de Construcciones y Préstamos.
Fue en esta oficina donde Octavio tuvo su primera experiencia con las revistas y periódicos en Panamá. Para Hernández, se volvió un interés muy grande la palabra escrita, que gastó todo lo que sobraba de sus ganancias para comprar periódicos, revistas y libros que le interesaban, especialmente los que publicaban poesía.
Quizás sus acciones eran un reflejo de enfrentarse con la tragedia personal o quizás para alimentar un intelecto precoz e incipiente, Octavio se hundió en todas las formas de la palabra escrita y literatura a las que pudo acceder. Con tanta lectura, eventualmente el joven Octavio empezó a experimentar con la composición de versos. Cuando no estaba leyendo o escribiendo, visitaba la Plaza Santa Ana, en la ciudad de Panamá, que en aquel entonces era conocida como un núcleo de reuniones públicos para discusiones y pláticas sociales y políticas.
Durante estos años tempranos de lectura de literatura y poesía cuando Octavio Augusto se encontró con la obra de un poeta español que llegó a admirar en particular, Gaspar Núñez de Arce, y como homenaje al poeta, adoptó el nombre de Gaspar Octavio Hernández. Se puede indicar que Hernández conoció todas las obras notables del Romanticismo, como la poesía de Bécquer y Espronceda.
En 1906, cuando tenía apenas trece años, Hernández había logrado un nuevo título en su trabajo, el de copiador de cartas. Había aprendido inglés para poder leer Edgar Allan Poe, y francés para poder leer a Charles Baudelaire.
También, había amasado ya una gran biblioteca personal de volúmenes de libros y revistas. Después de mucha experimentación, cuando tenía quince años Hernández publicó su primer poema “Mármol sagrado” en la edición del 5 de mayo del 1909 de la revista Variedades. Hernández desarrollaría su carrera primero como poeta, pero más tarde se establecería no solo como poeta, sino también como periodista y editor. Debido a la importancia de su obra periodística, el día de su muerte, el 13 de noviembre del 1918, es conocido en Panamá como el Día del Periodista. A pesar de que Hernández es una figura muy importante en Panamá, permanece más o menos desconocido en el campo de escritores latinoamericanos en el siglo XX. Gaspar Octavio Hernández, quien falleció cuando tenía 25 años, vivió una vida corta, trágica y extraordinaria.
Ego Sum
Ni tez de nácar, ni cabellos de oro
veréis ornar de galas mi figura;
ni la luz del zafir, celeste y pura,
veréis que en mis pupilas atesoro.
Con piel tostada de atezado moro;
con ojos negros de fatal negrura,
del Ancón a la falda verde oscura
nací frente al Pacífico sonoro.