Producción Cinematográfica :Cárcel de Arboles

Jue, 26/01/2023 - 21:48
Autor:

Edgar Soberón Torchia /Curador del Cine Universitario /Imagen: Cortesía GECU

cárcel de arboles
Escena de la producción cinematográfica.

 

Guatemala-EEUU, 2015. Dirección: Guillermo Escalón, Rodrigo Rey Rosa. 79’. Color/ B-N. En español e inglés. Documental. El

tema central era muy interesante: un falso centro de reorientación psicológica para jóvenes “problemáticos” de ambos sexos (ante todo, por adicción a drogas y alcohol), provenientes de la oligarquía y la cúpula militar guatemalteca (más algunos jóvenes enfermos traídos desde Estados Unidos), ubicados en las altas forestas del país centroamericano, y dirigido por David Burden, un quiropráctico sociópata que se vendió como psiquiatra, para dirigir su creación entre 1974 y 1988.

Sin embargo, desde el arranque el documental se extravió, con un metraje en Marruecos que no viene a pelo, mostrando al novelista Rodrigo Rey Rosa (quien codirige el filme con Guillermo Escalón) en casa de Paul Bowles, antes de establecer (en inglés) un nexo entre el asunto del filme y la trama de su novela «Cárcel de árboles» ambientada en un centro ficticio parecido, que términó dándole su nombre al documental. Asprejo (Asociación para la Reorentación de Jóvenes) contaba con el apoyo del gobierno y familias prominentes de Guatemala.

Era una especie de campo de concentración, vendido como “resort terapéutico”, cercano a una cárcel de presos políticos que eran secuestrados por oponerse al régimen militar guatemalteco. Fosas comunes, cabezas cortadas, cráneos perforados y otros descubrimientos posteriores, han llevado a pensar que se realizaban experimentos con los presos políticos y los chicos de Asprejo, pero todo es especulación hasta que no aparezcan pruebas.

A pesar de que muchas personas dan su testimonio en el filme (víctimas sobrevivientes, la hija y yerno de Burden, los custodios de la prisión, mujeres vecinas al centro, parientes de las víctimas, todo tipo de especialistas y autoridades, y hasta una agente gringa de seguridad), la información no fue procesada para llegar a proponer una posible hipótesis, sobre todo, cuando a los pocos minutos entró en escena Uli Stelzner, el documentalista alemán que dirigió la pesquisa.

Pero, fue más importante seguir con el paralelo entre la novela y la realidad, con reflexiones, paisajes e imágenes de un cuaderno de notas, quizá para reforzar el producto. Lo más lamentable de todo, sin embargo, es el uso de la música. Y ni siquiera fue culpa del compositor Quentin Chiappetta, sino de los realizadores que permitieron el uso excesivo de todas esas notas y pautas musicales de thriller y suspense, que no aclaran nada, sino que crean una inoportuna atmósfera de misterio, cuando Stelzner precisamente está haciendo lo contrario, con la ayuda de los entrevistados.

Por supuesto, queda mucho por descubrir de esta historia, que seguirán encubriendo los que participaron en ella. «Cárcel de árboles» queda como un primer y algo enmarañado intento 5/10.